sábado, 30 de enero de 2016

“Una gran transferencia a los ricos”

Sábado, 30 de enero de 2016

STIGLITZ CRITICO LA ELIMINACION DE LAS RETENCIONES DECIDIDA POR MACRI.

Stiglitz criticó el programa de metas de inflación del Banco Central.


El economista alertó también sobre los riesgos de la devaluación en los precios internos a través de una suba de los bienes transables y los importados y la caída del mercado interno producto de los despidos.

“Las primeras medidas del gobierno de Mauricio Macri son preocupantes: en particular, el recorte permanente en los impuestos a la exportación es una gran transferencia a los ricos, con un gran costo para los trabajadores ordinarios. Cualquiera que sean los beneficios de eficiencia, las consecuencias distributivas y para el desarrollo no pueden ser ignoradas”, señaló ayer el Premio Nobel en Economía, Joseph Stiglitz, en un artículo que firmó junto al economista Martín Guzmán. El economista alertó también sobre los riesgos de la devaluación en los precios internos a través de una suba de los bienes transables (exportables) y los importados y la caída del mercado interno producto de los despidos. “A la vista de las crecientes presiones inflacionarias, el Banco Central probablemente elevará las tasas de interés. Si se hace con cuidado, esto podría reducir la demanda suficiente para restaurar un aparente equilibrio macroeconómico”, remarca. No obstante, alerta que incluso si se dan estas condiciones, el aumento de despidos en distintos sectores donde no haya cuellos de botella lo más probable es que empuje hacia arriba la tasa general de desempleo, y con la inflación sólo domesticada en parte, la actividad caería en un proceso de estanflación.

Pese a su relación con el titular del BCRA, Federico Sturzenegger, el economista estadounidense no ahorró críticas a lo hecho en las primeras seis semanas de gobierno macrista. Principalmente, en lo referente a las medidas aplicadas por el organismo monetario. Al día siguiente de que el gobierno dispusiera levantar las restricciones a la compra de moneda extranjera, Stiglitz se reunió con Sturzenegger, pero el contenido de la charla no trascendió. Es sabido por sus escritos que el profesor de la Universidad de Columbia es un férreo opositor a los programas de metas de inflación como el que busca aplicar el actual equipo económico. “Vayan mis condolencias a los desafortunados ciudadanos de los que lo han hecho”, fue lo que escribió en 2008 en referencia a este tipo de programas.

En su último artículo vuelve a la carga sobre este punto y remarca la situación que dejó el anterior gobierno, muy lejos de la idea de pesada herencia que asegura el macrismo. “Algunos aspectos de la situación económica de Argentina son muy deseables. No menos importante es su baja relación deuda respecto al PIB”, advierte Stiglitz. “Como resultado, el gobierno de Macri se enfrenta a una tarea mucho menos intimidante que la enfrentada por Kirchner en 2003, después de un experimento de una década con las políticas del Consenso de Washington (la desregulación financiera, la liberalización del comercio y la privatización), junto con la paridad del peso con el dólar, que terminó en desastre”, agregó en su extenso artículo. Según relata, en ese contexto “el gobierno de Kirchner aplicó políticas que condujeron a una reducción masiva del desempleo, la pobreza y la desigualdad”.

“La tarea de Macri es hacer frente a los desequilibrios externos y fiscales y reducir la inflación, sin deshacer lo que se ha logrado”, según sostiene. En sus primeras semanas, el gobierno decidió eliminar las retenciones a la exportación de granos –con excepción de la soja, que redujo el impuesto de 35 al 30 por ciento, y los controles cambiarios, lo que resultó en una devaluación de alrededor del 35 por ciento del peso frente al dólar–. “Si los mayores precios de los productos nacionales previamente sujetos a impuestos a la exportación y los precios de importación (como resultado de la devaluación) se transmiten a los consumidores, los salarios reales caerán, los trabajadores en ese caso exigirán aumentos salariales mayores, lo que terminará empujando al alza la inflación”, remarca. En este sentido, señala que si el Banco Central hace una política contractiva muy agresiva e impulsa la economía a la recesión, los pobres se verán afectados de manera desproporcionada. “Un régimen de metas de inflación hará este resultado más probable”, concluye el economista.

http://www.pagina12.com.ar/diario/economia/2-291424-2016-01-30.html

domingo, 24 de enero de 2016

Volver al mundo carnal

Domingo, 24 de enero de 2016.

Por: Mario Wainfeld.

Del desendeudamiento al regreso al FMI. Prat-Gay, recuerdos del pasado y bretes del presente. El desempleo y el bajo endeudamiento, en la mira oficial. La lógica de los despidos. Contexto político, grato a la derecha. Contexto económico difícil. Gremialistas, puestos a prueba.



El ministro de Hacienda y Finanzas, Alfonso Prat-Gay, condujo el Banco Central en parte de las presidencias de Eduardo Duhalde y Néstor Kirchner. Este prescindió de sus servicios en 2004, cuando era momento de renovarlo o no en el cargo.

El banquero central se venía llevando bien con el mandatario y mal con el ministro de Economía Roberto Lavagna. Se estaba ultimando la apertura del primer canje de deuda externa. Prat-Gay comenzó a plantear cuestionamientos a la propuesta argentina, al principio en voz baja. Llegado el momento, le trasladó su moción alternativa a Kirchner. Arguyó que Lavagna había sobreactuado su dureza con los acreedores y con los organismos internacionales de crédito. Vaticinaba un fracaso estridente del canje, sugería mejorarlo poniendo 2000 millones de dólares cash para saciar el apetito de los acreedores. Y un trato mucho más transigente con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y los organismos internacionales de crédito. Respecto del Fondo, promovía un cumplimiento estricto de sus “metas”.

En el relato de Prat-Gay, si no se ponía la plata sobre la mesa (un dineral en ese momento) y no se retomaba la relación cariñosa con los organismos el canje sería un fracaso y el 2005 un año fatal para la economía argentina. Prat-Gay leía, en errada perspectiva política, que Kirchner y Lavagna estaban enfrentados en ese tema, justo en la coyuntura en la que era imprescindible cerrar filas.

A Kirchner el planteo le cayó fatal. Percibió que se dividiría el frente interno justo en el tramo decisivo, un síntoma de debilidad que la contraparte aprovecharía. Despidió al banquero central sin más, diciendo que “quería hacernos poner 2000 palos verdes”. Kirchner no era muy florido orador pero siempre se entendía lo que quería decir. Maliciaba que Prat-Gay atendía más al interés de los bonistas que al nacional, por ponerlo con delicadeza, “La política económica la manejo yo”, concluyó el presidente y obró en consecuencia. Todo esto fue contado en este diario en ese lejano entonces, escala uno en uno.

El canje, es sabido, fue exitoso. El 2005 un tiempo próspero con reactivación de la economía real, generación de cientos de miles de puestos de trabajo formales. El Frente para la Victoria (FpV) se consolidó electoralmente con el triunfo arrasador de la hoy ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner en Buenos Aires contra Hilda “Chiche” González de Duhalde.

Mucha agua pasó bajo los puentes desde entonces. Prat-Gay es un alfil relevante en el equipo del presidente Mauricio Macri. En la semana que pasó lo acompañó a Davos, accedió a que el FMI vuelva a intervenir en la economía nacional. Y sentó las bases para un nuevo endeudamiento.

En la “herencia maldita” que recibió Macri hay dos indicadores que eran virtuosos para el kirchnerismo. Un bajísimo endeudamiento público y privado por un lado, medido en relación al PBI. Y una baja tasa de desempleo por otro. Ambos fueron objetivos centrales de las gestiones kirchneristas, en los mejores y en los peores momentos. Insumieron esfuerzo colectivo, inversión social, políticas direccionadas.

El macrismo se encamina ahora a cambiar esas variables: aumentar el endeudamiento y el desempleo. Ya emprendió el rumbo y esto recién empieza.

Las diferencias importan

La economía padece un problema recurrente en nuestra historia: la restricción externa. Acudir al crédito internacional no es pecado, si se hace con tino y sentido nacional. El gobierno anterior quiso intentarlo, por eso saldó deudas con el Club de París. También esa motivación fue una de las concausas del acuerdo con Repsol previo a la recuperación estatal de YPF. Lo obstaculizó un repunte de la crisis financiera que azota al mundo desde 2008, con breves ratos de tregua.

Re-endeudarse formaba parte del “programa común” de los tres presidenciables que sacaron más votos el año pasado: Macri, el ex gobernador Daniel Scioli y el diputado Sergio Massa.

Las propuestas electorales ya mostraban un giro a centro derecha del sistema político, la diferencia sensible era la moderación y ciertos compromisos. Scioli, con Silvina Batakis como ministra de Economía y Miguel Bein como consultor estrella, lideraba una fuerza comprometida con la conservación del empleo, la defensa de la industria local y ciertos pisos inderogables de derechos laborales y sociales. Macri llegó con (muy) otra hoja de ruta, que hizo escala en la estelar localidad suiza.

El oficialismo ya produjo cambios contundentes: una transferencia de ingresos sideral a favor de los grandes exportadores, “el campo” a la cabeza. Una trepada de precios notable, en especial en artículos de primera necesidad. Una batida brutal de despidos en el sector público que promete escalar.

Ninguna medida pro-trabajadores despintó el cuadro general. Calma, que una habrá aunque (porque) no será de cuño propio.

En marzo se producirá el aumento semestral a los jubilados, otra herencia aciaga del kirchnerismo, tanto en su regularidad como en los valores reparadores derivados del coeficiente fijado por ley. Las huestes de Cambiemos despotricaron contra esas normas, no las votaron. Algo es algo: por ahora no hay DNU a la vista para derogarlas.

Tomar sólo con prescripción médica

Conseguir fondos vía endeudamiento es una de las claves de la política económica del macrismo. En su versión más caritativa, se supone que servirán de colchón para compensar medidas regresivas. Ningún gobierno democrático se consolida sin tener plata, los de derecha no excepcionan la regla.

El equipo financiero de Prat-Gay subrayó que se desbloquearon créditos factibles de organismos internacionales volcados a proyectos sociales o de infraestructura: el Banco Mundial (BM), el Banco Interamericano de Desarrollo, la Corporación Andina de Fomento (CAF).

Es así y es cierto que Cristina Kirchner venía predicando desde hace años que es válido endeudarse para promover políticas sociales o potenciar la obra pública. El nodo, en esta y tantas cuestiones de la vida, es cómo se hace y por cuánto.

Los administraciones posteriores a 2003 mantuvieron relación con el BM y el BID, que se no extrovirtieron mucho porque chocaba con su discurso más simplista. Se volcaron para financiar total o parcialmente programas del área de Salud como el Remediar, el Nacer, el Funciones esenciales en Salud Pública (FESP). El programa Jóvenes con Más y Mejor Trabajo del ministerio ídem es otro caso. La lista es incompleta, se da como ejemplo.

Lo que el kirchnerismo siempre rechazó es quedar supeditado a las condiciones-imposiciones del FMI que ahora se vuelven a aceptar, camufladas en sus clásicas revisiones de las cuentas públicas.

Hay un argumento banal de los apologistas del crédito internacional. “Si cumplís bien, nunca se paga, siempre se refinancia.” Referido a la banca privada o pública extranjera, es un insulto a la inteligencia suponer que esos piratas son filantrópicos o que pierden dinero.

El FMI es un ejemplo distinto porque su finalidad superior no es la financiera sino la intervención y control de las políticas estatales de sus “socios”. La sujeción les importa más que el pago monetario. En rigor, el pago no dinerario se constituye en una variable de la dependencia.

En manos de un gobierno empresas-friendly la herramienta es un riesgo enorme. Goza de una ventaja comparativa respecto de la última década del siglo pasado: es el margen que da el bajísimo endeudamiento.

Los laburantes, un problema

Un punto nodal es el empleo en la concepción de la derecha argentina y mundial. El salario es, antes que nada, un rubro de la “competitividad”. Traducido al criollo: salarios decorosos o dignos... competitividad en vilo.

La valoración no pondera solo ni principalmente criterios de igualdad o de justicia social, vade retro. Lo sustancial es la comparación con el de otros países. Concepto que choca de frente con el relativo orgullo de los argentinos que ganan más que sus vecinos y hermanos se clase. Un empresario de Siderca les explicaba recientemente a gremialistas con los que cinchaba que en ese sector un trabajador argentino gana en relación de 1,5 a 1 respecto de un mexicano, después de la devaluación. La solución, ya se sabe, es achicar la diferencia.

La funcionalidad de los despidos del sector público (que cobran masividad y se tornan aluvionales) no se limita a la “reducción del gasto público”. También aumenta la cantidad de desocupados, con la hipótesis de minar la combatividad sindical y también de aumentar la masa de desocupados

El sector público es un coto de caza del macrismo, cualquier porcentaje virtual concretado de despidos mete pavura (ver recuadro aparte).

Los despidos en el sector privado incluyen esa lógica y no están exentos del ánimo revanchista de patronales obtusas que creen que los trabajadores gozaron de privilegios exorbitantes en este tiempo.

El quántum se develará en meses o en un año. Apostar a un incremento sensible del desempleo es una praxis perversa todo indica que es plato principal del menú y es el escenario más factible, que va despuntando.

Hacer es más difícil que decir

La rebaja o quita de las retenciones surtió efectos inmediatos. Pero, ay, los aliados estratégicos “del campo” no desembolsaron todas las divisas que Prat-Gay dio por pagadas cuando anunció la devaluación. Las trapisondas entre ganadores están en el orden del día.

La suscripción de los Bonar 2020 resultó un fiasco. El oficialismo culpa al mal momento financiero internacional, que existe. Sus críticos reprochan mala praxis a los JP Morgan boys. La pluri causalidad ayuda a comprender la mayoría de los fenómenos, por ahí también estos.

Prat-Gay usa el vocablo “holdouts” para nombrar a los fondos buitre, que le contestan como si fueran aves de rapiña. El Gobierno les habló con el corazón y por ahora se toparon con que los usureros son implacables y poco contemplativos. Compartir ideología con quienes representan a los deudores no los domestica. La realidad se hace difícil, aunque la aquiescencia de los negociadores argentinos puede lubricar algo. Durante años se contó que la mala educación del kirchnerismo impedía un acuerdo veloz y satisfactorio... en fin.

Davos, dulce hogar

Davos es una ciudad acogedora, chimentan. La agenda con dirigentes políticos de otros países es un ensueño para Macri, Prat-Gay y Massa que fue de chaperón. La nómina de gobernantes de derecha es llamativa. El primer ministro británico David Cameron, el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu. Si el republicano Donald Trump triunfara en las primarias y en las presidenciales norteamericanas acunaría una pesadilla para su país y para el mundo. Puede ocurrir o puede quedar en el camino, la sola perspectiva agobia.

El Frente Nacional de la dinastía Le Pen crece en Francia, su principal adversario pinta ser la derecha reaccionaria y chauvinista del ex presidente Nicolás Sarkozy. La diferencia existe pero las semejanzas predominan y abruman.

La derecha ganó las elecciones presidenciales acá, las parlamentarias en Venezuela. En Brasil jaquea a la presidenta Dilma Rousseff a la que poco y nada le sirvió remedar el programa de sus adversarios.

El contexto político general es una regresión derechista, a gusto y paladar de Cambiemos.

El contexto económico es infausto para cualquier proyecto. China ya no crece a tasas chinas. El tren europeo consta solo de la locomotora alemana, con cero vagones. Brasil sigue en recesión. El precio del petróleo, permítase un sarcasmo fácil, perfora el piso.

En ese marco arranca el primer mandatario de derecha elegido por el voto popular. Deberá tener mucha muñeca para sostener la legitimidad y la gobernabilidad.

La obcecación en ciertas medidas brutales, la detención de Milagro Sala a la cabeza, posiblemente lo erosionarán en el largo plazo aunque por ahora no se note. La coparticipación dadivosa a la Ciudad Autónoma puenteando y despreciando a los demás gobernadores no parece ser una genialidad política, precisamente, aunque de momento todo pasa.

http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-290986-2016-01-24.html

jueves, 21 de enero de 2016

Volver al FMI como si nada hubiera pasado

Jueves, 21 de enero de 2016.


Por: Tomás Lukin

PRAT-GAY ANUNCIO QUE EL GOBIERNO ACEPTARA NUEVAMENTE LAS AUDITORIAS ECONOMICAS POR PARTE DEL FONDO.

Christine Lagarde venía reclamando la recuperación del vínculo con la Argentina, interrumpido desde 2006. Imagen: EFE.


En Davos, Suiza, donde participa del Foro Económico Mundial neoliberal, el ministro de Hacienda y Finanzas reveló que la Argentina está dispuesta a retomar las revisiones del FMI, en el marco del artículo IV de su estatuto. “No tenemos nada que ocultar”, afirmó.

“Queremos un artículo IV porque no tenemos nada que ocultar”, afirmó ayer el ministro de Hacienda y Finanzas, Alfonso Prat-Gay. La afirmación del funcionario confirmó la decisión del Gobierno de rehabilitar la auditoría anual de la economía realizada por el staff del Fondo Monetario Internacional. La última vez que el organismo multilateral visitó la Argentina para elaborar ese documento fue en mayo de 2005, siete meses antes del pago anticipado de toda la deuda con el FMI concretada por el ex presidente Néstor Kirchner. La revisión macroeconómica es un requerimiento para los países miembro del Fondo. Si bien se trata de una supervisión técnica de la economía local, esos informes funcionaron históricamente como mecanismos de legitimación para implementar políticas fiscales, monetarias, laborales y cambiarias ortodoxas que no necesariamente eran exigidas por el organismo.

La decisión de permitir la supervisión del Artículo IV no representa un paso hacia la solicitud inminente de un crédito al Fondo. Desde la lógica del Palacio de Hacienda, la “normalización” del vínculo representa un activo adicional ante inversores extranjeros y futuras colocaciones de deuda externa al tiempo que los diferencia de sus antecesores en la Casa Rosada. Así, el anunciado regreso de las misiones del organismo forma parte del proceso de reinserción plena en el sistema financiero buscada por el Palacio de Hacienda, donde también se deben computar otras iniciativas concretas y simbólicas. En ese listado se anotan el desmantelamiento de las regulaciones cambiarias, la reactivación de las conversaciones directas con los fondos buitre, la instalación de un esquema de metas de inflación, el crédito de corto plazo con bancos extranjeros que sería anunciado hoy y la participación del presidente Mauricio Macri con sus colaboradores especializados en el Foro Económico Mundial de Davos.

Fue precisamente desde Suiza donde el ministro Prat-Gay dio la bienvenida al Fondo durante una conversación con la agencia de noticias financiera Bloomberg. Las autoridades del FMI habían expresado en diciembre su intención de restablecer “un diálogo más profundo con las autoridades argentinas sobre las políticas económicas”, pero el inicio del diálogo bilateral informal entre los referentes económicos de Cambiemos y el Fondo se remonta al tramo final de la campaña presidencial. De todas formas, en el FMI indicaron a este diario que “todavía no hay novedades sobre el Artículo IV”.

Hasta el momento, el ingreso de divisas de diferentes fuentes prometido por el ministro Prat-Gay al iniciar su gestión está lejos de cumplirse. El interés del funcionario para revitalizar el vínculo con el cuestionado organismo multilateral de crédito no es novedoso. Al insertarse como referente de la Coalición Cívica en 2008, comenzó a reclamar que el país solicite financiamiento al FMI. De hecho, la iniciativa formó parte de su campaña para diputado nacional al año siguiente. Durante una entrevista con Página/12, el ex banquero central y ex empleado del JP Morgan Chase se refirió a la posibilidad de rehabilitar las supervisiones del artículo IV: “No tendría ningún problema en que me evalúen si hacemos las cosas bien. En la Argentina agrandamos giles y, entre ellos, a los burócratas del Fondo. Uno se sienta, les explica las cosas y los puede convencer. Hoy están dispuestos a prestar casi sin exigencias. Ahora si vamos a ser tan estúpidos de pagarle todo cuando no había que pagarle y después dejar pasar la oportunidad de que nos presten...”.

A pesar de las permanentes tensiones, el acercamiento al FMI tampoco estuvo fuera de la agenda del gobierno anterior. Con una agenda distinta a la de Prat-Gay, los últimos tres ministros de Economía del kirchnerismo –Amado Boudou, Hernán Lorenzino y Axel Kicillof– evaluaron con las autoridades del organismo la posibilidad de permitir nuevamente la realización de los informes anuales. Explicaban que si se evitaba el circo mediático saliente en esas visitas durante los años finales de la convertibilidad, la difusión de un documento técnico crítico no representaba un inconveniente para un gobierno que se mofó de los errores de diagnóstico del FMI y hacía gala de los grados de libertad adquiridos al independizarse del organismo. No se llegó a un acuerdo. De todas formas, el organismo multilateral fue convocado para colaborar con la elaboración de las estadísticas de precios y crecimiento elaboradas por el Indec. Las críticas del organismo conducido por la francesa Christine Lagarde decantaron en una moción de censura contra el país. En junio del año pasado, el Fondo señaló que Argentina “aún no cumple totalmente con su obligación respecto del suministro preciso de datos” y extendió el plazo para alcanzar ese objetivo hasta julio.

Tradición y presente

Las relaciones entre Argentina y el FMI fueron tirantes desde la crisis de 2001-2002, pero las recetas de ajuste se remontan al primer crédito otorgado por la entidad al país en 1958. Durante el kirchnerismo, el organismo cuestionó la nueva orientación macroeconómica y la reestructuración de la deuda. La tensión se profundizó después del pago anticipado de los casi 10.000 millones de dólares de deuda que acumulaba el país en 2006. A pesar del desempeño económico, laboral y distributivo exhibido por el país, los reclamos para ajustar el gasto público, enfriar la demanda y fortalecer el clima de negocios fueron una constante de los informes del Fondo, donde se presentaron sus (fallidos) pronósticos de bajo o nulo crecimiento. A la incapacidad de un FMI para prevenir el estallido de la crisis internacional más grande desde 1930 se sumó la revitalización de sus tradicionales exigencias de ajuste fiscal y monetario junto con reformas estructurales del mercado de trabajo y el sistema previsional a la que están sujetos sus “salvatajes”. Incluso cuando el organismo comenzó a recomendar gastar más para sostener la demanda, una investigación realizada por el Center for Economic and Policy Research (CEPR) reveló cómo 31 de los 41 créditos otorgados en ese momento a economías de bajos ingresos incluyeron exigencias de políticas fiscales y/o monetarias procíclicas que exacerbaron las recesiones. Como se trataba de países como Burkina Faso, Jamaica, Pakistán, Ucrania, Nigeria y Lituania, no fue sino hasta la erupción de la crisis de la Eurozona que se reveló la voracidad del FMI. Las experiencias de Grecia y España son dos ejemplos recientes de la vitalidad que tienen los tradicionales lineamientos ortodoxos del Fondo que guiaron las orientación macroeconómica (y las crisis) en América Latina durante las décadas del ochenta y noventa.

http://www.pagina12.com.ar/diario/economia/2-290774-2016-01-21.html

El paso necesario del proyecto neoliberal

Jueves, 21 de enero de 2016.

 Por David Cufré

La restauración conservadora que encarna el macrismo no hubiera estado completa sin la vuelta del FMI. Una relación activa con el organismo es el pasaporte que utilizará el Gobierno para regresar al mundo donde gobiernan las finanzas, un lugar donde las calificadoras de riesgo, los bancos de inversión y los gurúes de la ortodoxia marcan las líneas y los límites de la política económica. El Fondo Monetario Internacional concentra la representación institucional de ese poder. Es el vehículo a través del cual se manifiestan los intereses económicos de los países centrales, sus multinacionales y financistas –con Estados Unidos a la cabeza–, estableciendo alianzas al interior de los países con otros sectores concentrados del capital para imponer condiciones al resto de la sociedad. Las principales cámaras empresarias nacionales han sido muy hábiles en el pasado para escudarse detrás de los técnicos del Fondo y dejar que fueran ellos los que presionaran por políticas que los tenían como beneficiarios, especialmente en el campo laboral.

Anoop Singh, enviado del FMI en los 90, uno de los responsables de precipitar a la Argentina en la pavorosa crisis del 2001.


La Argentina se liberó de esa subordinación a los mandatos del FMI en enero de 2006, cuando Néstor Kirchner canceló de una vez los casi 10.000 millones de dólares adeudados a la institución. Fue una bisagra, un quiebre para todo lo que vino después. Sin esa recuperación de soberanía en el manejo de la política económica no hubieran sido posibles la estatización de las AFJP, YPF o Aerolíneas Argentinas; ni la reforma de la Carta Orgánica del Banco Central para mandatarlo a cuidar el crecimiento económico y el empleo; ni planes como el Repro para pagar una porción de los salarios a los trabajadores de empresas en crisis; ni la ampliación del déficit fiscal para que el Estado saliera en rescate del sector privado frente a shocks externos; ni Precios Cuidados; ni las barreras a los capitales golondrina; ni obligar a bancos y compañías de seguros a financiar a las pymes y la economía real; ni la protección a la industria nacional frente a los productos importados; ni el desendeudamiento del Estado; ni las más de 70 leyes para restablecer derechos a los trabajadores. La enumeración de medidas es mucho más extensa y abarca prácticamente todos los campos, porque un proyecto de desarrollo nacional basado en su aparato productivo, el avance tecnológico y el consumo popular involucra una agenda que va en sentido opuesto a lo que representa el FMI.

El modelo de Cambiemos es el de la valorización financiera y para ello retomar el vínculo con el Fondo Monetario es un paso necesario. Cuando Alfonso Prat-Gay dice que el Gobierno acepta el retorno de las auditorías a la política económica porque no tiene nada que ocultar confirma que la estrategia es profundizar la doctrina neoliberal que el FMI avala. Por ahora el restablecimiento del vínculo aparece limitado a las revisiones anuales de la economía, en el marco del Artículo IV del estatuto del organismo. Sin embargo, el ministro y otros funcionarios anticiparon que se buscará afianzar la relación con el Fondo y el Banco Mundial, por lo cual las negociaciones para un acuerdo de financiamiento del propio FMI no tardarían en llegar.

El argumento para conseguir dólares del Fondo seguramente será que sus créditos son más baratos que los de mercado, por lo que no tiene sentido desaprovechar la oportunidad. El esfuerzo de la última década para liberar al país de la presión de los acreedores será reemplazado por una renovada carga de intereses. Y si el FMI se convierte otra vez en prestamista, a las auditorías anuales del Artículo IV se agregarán las revisiones trimestrales del acuerdo de financiamiento. La contaminación de la agenda económica nacional con esas visitas es conocida por los argentinos por la experiencia de los ‘90, cuando tecnócratas de la India, Chile o Italia se paseaban por la ciudad seguidos por móviles de televisión y radio como si fueran estrellas de cine. El Fondo no cambió entre aquellos años y el presente, de lo cual pueden dar testimonio los griegos, forzados hasta a desprenderse de edificios históricos para pagar a los acreedores. La orientación del gobierno argentino también es la misma que entonces, una combinación que constituye una amenaza cierta para el bienestar de las mayorías.

http://www.pagina12.com.ar/diario/economia/subnotas/290774-76281-2016-01-21.html


miércoles, 20 de enero de 2016

Deben ser los gorilas, deben ser…

20/01/2016.

Por: Carlos Duclos.

“Deben ser los gorilas, deben ser, que andarán por aquí…” La canción, popularizada por el ingenio del humorista Aldo Cammarota en la  famosa tira cómica radial “La Revista Dislocada”, allá por la década del cincuenta, le dio pie al ingenio popular, especialmente aquel de raigambre peronista, para calificar a todo  conspirador, golpista, de derecha y antiperonista, contrario al bien común, que pretendía o procuraba derrocar al gobierno del general Perón.



En una entrevista realizada hace ya casi treinta años, Cammarota explicaría el génesis de la palabra gorila: “En marzo de 1955, hice por radio (en La Revista Dislocada) una parodia de Mogambo, una película con Clark Gable y Ava Gardner, que sucedía en África. En el sketch había un científico que ante cada ruido selvático, decía atemorizado: «deben ser los gorilas, deben ser». La frase fue adoptada por la gente. Ante cada cosa que se escuchaba y sucedía, la moda era repetir «deben ser los gorilas, deben ser». Primero vino un fallido intento de golpe y luego el golpe militar de 1955. Al ingenio popular le quedó picando la pelota: «deben ser los gorilas, deben ser». Los golpistas se calzaron gustosos aquel mote”.

Y desde entonces se inmortalizó el gorila y el gorilismo político (y no político), cuya naturaleza puede definirse como la de un resentido, con aires de venganza, un intolerante que cree que la verdad le pertenece, que se siente superior, aunque sea no más que un pobre y miserable petimetre digno de lástima.

Los gorilas políticos están en todas partes, pero no todos son peligrosos. El gorila se vuelve preocupante cuando obtiene el poder (en este caso político), porque es allí donde destila toda su incapacidad para el bien común y derrama toda esa toxina que acumula y que va en desmedro de lo que él considera inferior o “grasa”, es decir el pueblo a menudo humillado, aplastado e imposibilitado de crecer.

El gorila se ha extendido por gran parte de América, pero tiene su asiento real, claro, en Argentina. El gorila, además, es un sujeto político paradojal: se cree superior, pero lame las botas (por favor no cambiar la “t” por la “l”, porque va contra los cánones de las buenas costumbres y del buen decir) de los poderes internacionales ante quienes se entrega y a quienes rinde cuentas.

Pero no sería justo no  decir, también, que el gorila aún sobrevive y tiene influencia y poder  gracias a la banana falsamente progresista o populista, con sus políticas de mentiras, con sus acciones corruptas, con su falsa concepción de la lucha (que entiende como una arremetida a matar o morir)  que lo alimenta. Está también, desde luego, el fruto del plátano del que se nutre el gorila: la traición, el péndulo interesado, ese que ora está aquí, ora allá de acuerdo con lo que conviene al dirigente, sin importar el destino del pueblo. Y así es dable observar a veces a un “líder” que ayer estaba en el llamado “campo popular” y hoy en la elevación neo liberal.

En el gorila, el ser humano imparcial puede apreciar cabalmente la teoría darwiniana sobre la evolución de las especies. Los nuevos gorilas ya no son tan frontales (lo que no signifique que sean sutiles, delicados, porque grotescos siempre lo serán). Han aprendido a mentir, a endulzar el corazón de los desprevenidos, a anestesiarlos con sus bonitos mensajes para luego clavarles el aguijón que destila su naturaleza.

Suponer, por lo demás, que el gorila es un comportamiento específicamente político es un error. El gorilismo pulula por todos los ambientes y su naturaleza es siempre la misma. Es pueril, por otra parte, creer que al gorilismo se le puede combatir con la misma arma. “Con el gorila sólo hay que hacer una cosa –decía un viejo dirigente- dejarlo hacer, porque siempre termina víctima de su propio veneno” .
Aclaración del autor: cualquier semejanza del contenido de esta nota con la realidad de nuestros tiempos, no es pura coincidencia.

http://www.conclusion.com.ar/2016/01/deben-ser-los-gorilas-deben-ser/

domingo, 17 de enero de 2016

Revancha

Domingo, 17 de enero de 2016.

Por: Marta Dillon.

Hay una palabra, una sola palabra que resuena al mismo tiempo que presiona la impotencia como agua de inundación acumulada contra el muro de una represa: revancha. Revancha contra esa negra, esa india, esa mujer a la que tantas veces se nombró así en los medios locales pero entre comillas como si no fuera digna de la categoría, la “ultrakirchnerista”, esa persona diminuta pero tan aguerrida y con tanta determinación que fue capaz de imaginar y crear universos propios para los suyos y las suyas.



Revancha, de clase, ideológica, revancha misógina, una retaliación anunciada con la que seguramente Gerardo Morales ha soñado como se sueña con una amante. Milagros Sala está detenida y el gobernador de Jujuy se jacta de que la acusación no será sólo por “incitación a ilícito y tumulto” sino que también se prepara para acusarla por robo “al Estado y los pobres”. ¿Cómo se atreve esa mujer? ¿Cómo se le ocurre? ¿Cómo es que se animó no sólo a soñar sino a hacer casas, fábricas, escuelas, becas para educación terciaria, plazas junto con otros negros como ella, indígenas como ella, esos nadies que de pronto organizados también querían clubes, piletas de natación y hasta su propia marcha del orgullo lgbti con tantos colores y alegría que no son propios de esas caras color tierra?



A una lustrabotas que pasó la adolescencia drogándose en la calle, robando al menudeo, salvada de ese circuito por la protección de “las mujeres de Azopardo”, ni más ni menos que las putas del barrio humilde donde creció antes de conseguir un trabajo en el Estado y convertirse en dirigente de ATE, de seguir al Perro Santillán en los cortes de ruta, de poner el cuerpo al calor de las gomas quemadas a sabiendas que no había otra forma de reclamar, no había otra herramienta cuando el país bajaba la cuesta de una de las peores crisis de su historia al filo del tercer milenio. No, no le iban a perdonar el tamaño de su atrevimiento, no es sólo el hartazgo por los cortes de ruta a los que la organización que Sala lidera acostumbró a la provincia de Jujuy; es más que eso, es relamerse porque al fin se acaba ese orgullo de clase que la animó durante este tiempo, el tiempo en que encontró recursos para hacerse fuerte entre los más vulnerables, ahí al pie de los cerros en Alto Comedero. Porque, vamos, detener a alguien por acampar en una plaza pública para hacer un reclamo cuando el mismo presidente se mostró en plena campaña antes del ballottage en las carpas que durante meses se mantuvieron en plena 9 de Julio para hacer visibles los reclamos del pueblo Qom es por lo menos un insulto a la inteligencia de todos y de todas. O una acción ejemplificadora frente a la movilización constante de quienes no piensan dejar pasar los decretazos de cada día, el cierre de programas, los despidos masivos, la brutal transferencia de recursos a los sectores más poderosos mientras el salario adelgaza y se acusa a trabajadores y trabajadoras de ser la grasa que sobra en el cuerpo del Estado. Algo de eso hay, sin duda, pero no se puede ocultar el tamaño de la violencia de esta detención, el gusano de la revancha que se come rápidamente cualquier otro argumento, el modo en que se la presenta como ese ser amenazante, por negra, por mujer, por indígena y no solamente por eso. O mejor, por ser todo eso y haberse atrevido no sólo a reclamar para sí y para los suyos los derechos básicos sino también el derecho al goce, el derecho a una vida en la que se pueda soñar más allá del destino de trabajo de sol y a sol y de la vivienda como el techo para las aspiraciones.



La Tupac Amaru y Milagro Sala fueron más allá y pusieron animales de fantasía en sus plazas, lugares de recreo, rosedales, piletas de natación con rampas para rehabilitación de personas discapacitadas, crearon escuelas secundarias y también becas para sostener la formación universitaria. Y hasta su propio método para evitar la violencia patriarcal poniendo en jaque a los agresores, yéndolos a buscar a sus propias casas sin esperar más que la denuncia de las víctimas. La Tupac Amaru y Milagro Sala, con su pelo siempre recogido, su nula elegancia, la parquedad de sus gestos, su pasado doliente y su capacidad de recuperación reclamaron para sí todo lo que parecería, para las autoridades que ahora tenemos, le corresponde a otros, a los blancos, a los que se superan a sí mismos de uno en una, a los que no militan en organizaciones, a los y las que van detrás del objetivo personal como burros detrás de la zanahoria. Todos los demás, sean lo que sean, son un mal a extirpar, grasa que cortar, no importa quien hayas sido ni cuál sea tu trayectoria laboral, si perdiste el trabajo ya dijo el presidente que habrá rutas que construir, andá a agarrar la pala. Milagro Sala la agarró en su momento, pero no lo hizo para ella sola, y no lo hizo solamente para sobrevivir. Esa mujer, esa negra indígena lo hizo para vivir, para vivir con otros, para asaltar el cielo de los goces compartidos, para mostrar que las revoluciones son posibles aquí y ahora. Por eso la revancha. Y por eso también esta impotencia que late, que presiona y que también busca su cauce en la calle; la misma a la que con estos actos se intenta disciplinar.










http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-290514-2016-01-17.html

Neodesarrollismo, neoliberalismo y el problema de la gobernabilidad

Domingo, 17 de enero de 2016.

Por: Alejandro Cingolani, Docente de Historia.

La economía argentina atravesó por diferentes modelos de acumulación. El actual gobierno viene con un programa de restauración.academia. Una mirada histórica sobre las políticas económicas y la puja distributiva.


Neodesarrollismo. Kirchner y Lavagna en el año 2005, cuando se realizó la reestructuración de la deuda.


Hubo una situación histórica en la que el capitalismo argentino debió convertirse en algo más que un modelo agroexportador. Fue cuando al calor de la profunda crisis del sistema capitalista que empezó en 1929, se adoptaron políticas de estado destinadas a ampliar el desarrollo industrial fronteras adentro. Era tan evidente esta necesidad, que la tarea fue emprendida por las fuerzas conservadoras que se hicieron con el gobierno a través del golpe de 1930. Al hacerlo, modificaron la estructura social de la Argentina, y masificaron a la clase obrera industrial. El proceso tuvo un desemboque político, que ellos no fueron capaces de controlar: el peronismo, la herramienta política elegida por la clase trabajadora para institucionalizar sus demandas insatisfechas.

Acrecentada ya la presencia del sector industrial en la economía del país, un segundo momento clave tendrá lugar a partir de finales de los años cincuenta, cuando con la presidencia de Arturo Frondizi se creen los mecanismos legislativos que harán posible una masiva entrada de capitales extranjeros para ser invertidos en actividades industriales.

Si bien el capital extranjero hacía décadas que había penetrado en el mundo de la producción industrial local, ahora su participación aumentaba en forma contundente. Un rasgo de no menor importancia fue que las mercancías industriales que las nuevas fábricas generaron tenían como destino casi excluyente la demanda interna.

Desarrollismo

Esto era el modelo desarrollista, que coincidía con el auge de posguerra del capitalismo y la exportación de capitales de riesgo del centro a la periferia del sistema. El Desarrollismo trajo consigo una dinámica que aún hoy permanece indeleble. La de la extranjerización creciente de los capitales que dominan la actividad industrial. A partir de allí, la influencia de las trasnacionales se hizo determinante en las ramas más dinámicas de la producción industrial, siendo las automotrices el emblema de esta etapa. El capital local subsistió con dificultad en las ramas menos favorecidas, con desarrollo tecnológico y escalas de planta rezagadas, aunque este rasgo general reconoce excepciones importantes.

Ese proceso que comenzó en los treinta, y resignificó su rumbo hacia los cincuenta, convirtió a la economía argentina en una entidad diversificada, que más allá de crisis de coyuntura, proporcionaba oportunidades de empleo relativamente seguras a los trabajadores.

Debe señalarse, de todas formas, que el grueso de las divisas que el país obtenía en el comercio internacional seguía proviniendo de la venta de productos primarios, lo que siempre proporcionó un alto poder de veto a los terratenientes sobre el resto de los sectores.

Con una clase trabajadora no enfrentada a situaciones de desempleo estructural, y con una dirección sindical que, aunque no preponderantemente clasista, era enérgica en la lucha por los salarios y las condiciones de trabajo, la tasa de ganancia empresarial tendía al estancamiento.

El significado del siniestro golpe de 1976 se relaciona con esta situación histórica. Con él llegaron, primero un férreo control represivo en los establecimientos de trabajo y la eliminación física de los militantes sindicales y populares más consecuentes. Más adelante, hacia 1980/81, llegó el librecambismo casi irrestricto, en el que el dólar barato se combinó con la previa reducción de los aranceles de importación.

Neoliberalismo

Esto último multiplicó el desempleo, bajo la forma fantasmática del “cuentapropismo”. Sin embargo, tal vez por el miedo a la reacción social que provocaría, la dictadura se excusó de privatizar total o parcialmente el abigarrado conjunto de empresas del Estado. Eran los comienzos del Neoliberalismo, en el que la eliminación de casi todas las trabas a la circulación internacional de las mercancías, diezmaba considerablemente a la industria local, salvo en algunos sectores puntuales con protección diferencial, o que tenían el resguardo de procesar materias primas producidas en el país. Con ello, el desempleo se convertía en auxiliar eminente de la represión para forzar la baja de los salarios.

¿Y la gobernabilidad?

La política económica perjudicaba a la clase trabajadora de conjunto. Pero también las capas medias y parte del empresariado se vieron damnificados por el cuadro de inestabilidad, recesión, aperturismo indiscriminado y encarecimiento del crédito. Las quiebras de bancos y conglomerados industriales (BIR, Sasetru y un largo etcétera) testimonian la situación alcanzada, así como también la hecatombe de un sinnúmero de establecimientos pequeños y medianos. Pero no todo es economía, y la derrota de Malvinas convirtió el declive del poder militar en derrumbe irreversible.

El primer acto de la reconversión neoliberal había concluido, devastando una parte considerable de la estructura industrial. Con la sorprendente concurrencia de un apoyo electoral masivo, los gobiernos de Carlos Menem concretarían el segundo acto. Pero si bien la reducción a la mínima expresión de las barreras a las importaciones, y el desempleo creado por el proceso privatizador eran una manera eficaz de disciplinar a los trabajadores, el nuevo formato neoliberal encontró finalmente sus dos talones de Aquiles: la resistencia cada vez más creciente de las mayorías sociales, reforzado por el pasaje a la oposición de parte del gran empresariado local (UIA). Y los crecientes problemas respecto a la disponibilidad de divisas, porque la balanza comercial crónicamente negativa y la fuga de capitales impedían la continuidad de la toma de créditos externos.

El nuevo modelo tuvo su piedra angular en una megadevaluación (2003), que aumentó la rentabilidad de las exportaciones permitiendo gravarlas con retenciones. Y que creó una barrera a las importaciones que con lo anterior promovió la recuperación del empleo. La apreciación del valor internacional de los commodities fue un poderoso aliado del neodesarrollismo naciente. Tras unos primeros años virtuosos, el horizonte de enfriamiento de la economía internacional y el incremento del poder de negociación de los trabajadores empezaron a comprometer la tasa de ganancia del capital. El kirchnerismo recurrió entonces a una masiva intervención del Estado y su asistencia social, además de subsidiar la conservación del empleo industrial.

Con una elevada inflación como síntoma, el recambio presidencial de 2015 se produce con un mandato de la alta burguesía al poder político, en el que urge la reducción del gasto público, y un nuevo salto devaluatorio que recomponga los beneficios del sector exportador. Y el disciplinamiento de los trabajadores, para que las recomposiciones salariales queden nítidamente a la zaga de los aumentos de precios que la devaluación genera. El nuevo gobierno puede verse tentado de reducir a la insignificancia las barreras aduaneras para las importaciones, y masificar los despidos en el sector público para hincar de rodillas a los trabajadores. El último recurso puede ser el atraso cambiario. Pero allí, el interrogante es sobre la viabilidad social. La mayoría de la clase trabajadora, gran parte de las capas medias y fracciones del mundo del capital pueden verse arrojadas a la vereda de la oposición y la lucha. Y todo esto en el contexto de un enfriamiento de la economía en escala internacional.

Los trabajadores y sectores populares, entonces, parecen verse sujetos a esta dinámica cíclica de recomposición y crisis de la actividad industrial, con los drásticos efectos que genera en la vida cotidiana de las mayorías. Todo esto, mientras para el imaginario social permanezca bloqueada la posibilidad de una ruptura sistémica. ¿Será así para siempre?

http://www.lacapital.com.ar/economia/Neodesarrollismo-neoliberalismo-y-el-problema-de-la-gobernabilidad-20160117-0014.html


jueves, 14 de enero de 2016

Lo que Macri y Prat Gay no se animan a decir sobre su visión de la economía


14/01/16.

Por: Axel Kicillof.

¿Por qué tantas volteretas discursivas, números incomprensibles y alusiones a la “pesada herencia”? Simplemente, porque Macri y sus economistas no se animan a decir lo que piensan y qué orientación le quieren dar a la economía argentina. Durante el gobierno de Cristina, cada anuncio que se hacía incluía una explicación sobre las razones profundas que lo motivaban: la defensa de la demanda agregada, del mercado interno, del alto poder adquisitivo de los ingresos, de la reindustrialización argentina. Macri y su “equipo” creen en otras cosas: en un Estado mínimo que no interfiera con los intereses de los sectores concentrados. Creen que Argentina tiene que volver a endeudarse en la bicicleta financiera internacional. Que argentina tiene que volver a las “respetables” recetas del FMI. Que la industria argentina es inevitablemente ineficiente. Que los salarios son demasiado altos y que el desempleo “óptimo” para que las demandas de los trabajadores no sean excesivas es de dos dígitos. Que hay que bajar los impuestos a los que más tienen para que “inviertan”, porque la oferta es la que impulsa la producción y no la demanda.



En lugar de poner sobre blanco y negro sus verdaderos motivos e intereses tienen que inventarse una crisis que todos los argentinos saben que no existe. Tienen que interrumpir las estadísticas por meses para tapar los efectos de la devaluación que hicieron. La famosa “pesada herencia” para ellos entonces es que Cristina entregó un país con un desempleo de 5,4%, con 3 millones de nuevos jubilados, con una industria nacional en proceso de consolidación después décadas de derrumbe neoliberal, con una economía desendeuda después del descalabro del sobre endeudamiento y el default. En fin, a Macri y sus muchachos les cabe el viejo dicho: “no aclaren, que oscurece”.

https://www.facebook.com/casarosadaargentina2003.2015/photos/a.280999675247460.88858.279459698734791/1236506919696726/?type=3&theater

miércoles, 13 de enero de 2016

José Pablo Feinmann, sobre el Gobierno: "Son neoliberales vengativos, demasiado furiosos e intolerantes"

Miércoles 13 de enero de 2016.

El filósofo cercano al kirchnerismo criticó las medidas impulsadas por el oficialismo a un mes de la asunción de Mauricio Macri como presidente.




El filósofo José Pablo Feinmann , el primer intelectual convocado por Néstor Kirchner cuando asumió como presidente y que continuó su cercanía parte de la gestión kirchnerista durante los mandatos de Cristina Kirchner, reprochó fuertemente las medidas tomadas por el gobierno del presidente Mauricio Macri a un mes de su asunción.

En declaraciones a Radio del Plata, Feinmann tildó a Cambiemos de ser "neoliberales vengativos, demasiado furiosos e intolerantes". También recordó la contienda electoral presidencial, la cual calificó como "muy rara", y declaró: "Se dio una enorme sorpresa en la primera vuelta con los votos que Macri conseguía, de la misma manera que la gobernadora de Buenos Aires [María Eugenia Vidal]. De modo que en la segunda vuelta ya casi quedó definido el ballottage, en el cual ganaron apenas por 2 puntos".

"En lugar de actuar con la cautela de que con solo dos votos de distancia tienen una enorme oposición, se han desbocado, han avasallado libertades esenciales y han propinado una enorme sorpresa. Es como uno de esos primeros rounds en el boxeo en que uno de los dos sale, toma la iniciativa y lo llena de golpes porque sabe que este ataque repentino le va a redituar éxitos en los próximos rounds", añadió el filósofo.
¿Brietzkrieg? o ¿neoliberales vengativos?

"¿Qué es lo que autoriza a un gobierno que ganó por dos votos a actuar como si fuera un gobierno que ganó por 30 votos?", cuestionó. "Llamarlo brietzkrieg me parece exagerado, porque la brietzkrieg fue la modalidad en que la nación nacional socialista inició su guerra. No me gusta exagerar, no son nacional socialistas de ninguna manera. Son neoliberales vengativos. Y demasiado enojados, demasiado furiosos, demasiado intolerantes".

Para el filósofo, el Gobierno ha "incurrido en las mismas modalidades" que le criticaba al kirchnerismo, de forma escandalosa: "A veces me pregunto qué es lo que se le ha hecho tan grave a esta gente [por el Gobierno] para que reaccione así. Más aún cuando han prometido democracia, protección y diálogo. Esto es lo que le criticaban al gobierno anterior. No se comprende cómo luego de criticar la falta de democracia, de diálogo y el autoritarismo, ellos incurren en esas modalidades de modo escandaloso".

Tras su opinión a modo de balance de la primera etapa del gobierno macrista, el filósofo instó al presidente a realizar un "análisis cuidadoso" del tablero político que se avecina cuando inicien las sesiones parlamentarias: "Macri y su gente debe hacer un análisis cuidadoso porque el 49% que se les opone es compacto, sólido, mientras que el porcentaje restante, los que han votado por él, son una coalición que se ha unido para derrocar a una presidenta que ya no toleraban. En realidad la fórmula Cambiemos quería decir 'cambiemos a Cristina', y tuvo mucho poder".

A su vez, indicó que el nuevo gobierno no tiene una ideología concreta o compacta y, continuando con su balance, reprochó: "Hay en todo caso un bloque ideológico que hegemoniza al gobierno de Macri, que es el neoliberal, aliado a los medios monopólicos, aliado a la embajada y la política de los Estados Unidos para frenar la política de gobiernos nacionales y populares, que les disgusta profundamente. Eso representa el gobierno de Macri".

http://www.lanacion.com.ar/1861776-jose-pablo-feinmann-sobre-el-gobierno-son-neoliberales-vengativos-demasiado-furiosos-e-intolerantes