miércoles, 30 de marzo de 2016

El Gobierno le pone sordina al festejo por el nuevo mapa marítimo

30/03/2016.

Por: Ignacio Zuleta.

Debe tener mucho que hacer el Presidente para que haya dejado pasar, como una noticia más, el voto de la ONU.



Debe tener mucho que hacer Mauricio Macri para que haya dejado pasar, como una noticia más, el voto de la ONU que reconoció el nuevo límite - más ancho, más profundo - en el mar Argentino. Antes de asumir dijo que no usaría mucho la cadena nacional, pero esto lo justificaba. La reacción ayer de Londres y Puerto Argentino, y la caída de las acciones de las petroleras comprometidas con proyectos en la zona de Malvinas revelan que ha sido un hecho trascendente. Como explica Virginia Gamba en el reportaje de www.zuletasintecho.com de esta tarde, la decisión de la comisión de límites marítimos inhabilita hacia adelante a los kelpers a extender licencias sobre un mar que ahora se les dice, desde la ONU, que no les pertenece. La hipótesis de la experta en Malvinas es que ahora los isleños le van a ir a decir a Londres que negocie con la Argentina, para defender sus negocios petroleros y pesqueros.

Macri dedicó su semana a Barak Obama, pero esta noticia es más importante que ese viaje. Quizás sus asesores le aconsejaron que no hiciera mucho bardo para no tapar los efectos de esa visita, que seguramente querrá extender en Washington, adonde viaja hoy para verse con el moreno y, más importante, con el presidente de China.

Ayer estuvo en un acto en el conurbano se ocupó en las últimas horas en festejarlo por video a Mario Vargas Llosa y a conversar secretamente con Marcelo Tinelli. Al asunto del mapa atlántico le dedicó un texto breve en su página de Facebook. El gobierno hizo el lunes un acto al que tampoco fue la canciller Susana Malcorra, que mandó un video y entretuvo a los asistentes con una vieja película del canal Encuentro registrada por el régimen depuesto.

¿Quiso no replicar las algaradas malvineras de Cristina de Kirchner, que estiró todo lo que pudo los efectos de los lemas nacionalistas? Puede ser, como quizás tampoco quiere el gobierno que lo señalen, si alzan el tono reivindicativo por Malvinas, como populista y demagogo. Los críticos del kirchnerismo acusaron al anterior gobierno de haber aislado a la Argentina del mundo; ¿cantar victoria por esta victoria del país hubiera significado una agresión inoportuna hacia Gran Bretaña?

Si hubiera festejado colgado del alambrado quizás hubiera logrado algo conveniente, disputrarle las consignas reivindicativas al peronismo, que se siente dueño de todos los nacionalismos y los usa hasta para justificar pagos exagerados y absurdos como el que se hizo en 2005 al FMI (U$S 10.000 millones, sólo para que no se dijera que le daban órdenes desde ese organismo, el rescate más caro jamás pagado) o cuando se daba a las privatizaciones sin freno del año '90.

La cercanía del 2 de abril le da una oportunidad de repechaje para celebrar con el resto del país esta votación que algunos comparan con la resolución 2065 de la ONU que en 1965 le cambió el rumbo a la cuestión Malvinas.

http://www.diarioveloz.com/notas/158703-el-gobierno-le-pone-sordina-al-festejo-el-nuevo-mapa-maritimo

domingo, 27 de marzo de 2016

Brasil: el fin de una era

27/03/16.


Por: Pablo Makovsky.

El politólogo y economista argentino Eduardo Crespo, radicado en Río de Janeiro, donde es docente en la Universidad Federal, predice un giro hacia el fascismo de triunfar el golpe institucional contra Dilma Rousseff. Analiza las falencias de gobiernos progresistas que no se animaron a tomar medidas de fondo y augura la caída del Mercosur que, según analiza, tampoco fue dotado de infraestructura.



“Es el fin de una era –dice por teléfono Eduardo Crespo–, y mucho más acá en Brasil que allá en Argentina, porque el kirchnerismo se fue con un apoyo importante, sacó 48% de los votos, tiene todavía algunas figuras con cierta popularidad, y si Macri naufraga con su política económica, algo puede surgir. En Brasil, en cambio, parece venirse algo mucho más a la derecha, si ya hubo un giro neoliberal desde el mismo PT, lo que se avecina puede ser algo claramente fascista”.

Con el retardo típico de las conversaciones de WhatsApp, la voz del argentino Eduardo Crespo suena clara y firme, amistosa. Está en Río de Janeiro, donde es investigador de política y economía en la Universidad Federal. A las 16 del viernes pasado la izquierda convocó a una marcha en la Plaza 15 (la más importante de Río) en rechazo de las demandas golpistas de la oposición contra el gobierno de Dilma Rousseff. A Crespo le hubiese gustado ir. “Pero como sucede con las cosas que organiza la izquierda, son convocatorias para la clase media. Al trabajador que vive en los suburbios de Río y tiene dos horas de viaje del trabajo a la casa ni se le cruza participar de estas movilizaciones”. A las 18.30 nuestro hombre debe ir a buscar a su hijo a la escuela, duda de que pueda asistir a la marcha y señala lo inoportuno del horario.

El gobierno de Dilma está al borde del golpe de estado, el poder judicial y los grandes medios se embanderaron tras el escándalo de corrupción en Petrobras que suma veredictos de jueces, sobre todo del Sergio Moro, a esta altura una figura presidenciable. La gente, esa masa algo indefinida que se comunica a través de redes sociales (Crespo recuerda la frase del recientemente difunto Umberto Eco: “Convierten al idiota del pueblo en un divulgador de verdades”), salió a las calles a pedir la cabeza de Dilma, la de Lula y, según cuenta Eduardo Crespo, la de todo aquel que piense distinto.

“Esto es algo medio inédito –dice–, las reacciones son de gente que nunca discutió de política. A esto se suma que el PT (Partido dos Trabalhadores, fundado entre otros por Lula hace 36 años) tuvo en este tiempo mucho miedo de movilizar, porque el miedo mayor es a la derecha, y siempre se mostró como una izquierda edulcorada. Y hoy los sectores medios y hasta los populares están cooptados por el discurso de la derecha. Así es que hay gente que nunca opinó y de golpe opinan todos con niveles de brutalidad e ingenuidad muy altos. En Brasil la gente es menos desconfiada que en la Argentina, donde puede ser que TN manipule a su audiencia, pero siempre hay un grado de desconfianza. Acá leen cosas insólitas en la Rede Globo o Veja y creen a rajatabla lo que dicen. Incluso es muy fuerte la religión evangélica, crecen muchísimo en las iglesias evangélicas que tienen un alto impacto en los sectores populares y son muy conservadoras, incluso en las bancadas de legisladores hay diputados surgidos de estas iglesias. Esto remite a una sociedad que tiene raíces en la esclavitud y nunca incorpró a los sectores populares a la vida política, si bien en el período varguista (Getúlio Vargas, 1951-1954) hubo rasgos parecidos al peronismo, los sectores populares nunca tuvieron participación en la vida política de Brasil. En estos últimos años el PT los fue incluyendo en términos de ingresos, y ese es uno de los factores más irritativos para la burguesía. Incluso el brasileño universitario nunca piensa los sectores populares como protagonistas de nada, las marchas actuales son todas de clases media”.

En un análisis de 2015, cuando estalló el escándalo de Petrobras, Crespo entendía la crisis del gobierno del PT en estos términos: “La tendencia a mejorar los salarios y la distribución del ingreso fue durante el primer gobierno de Lula, mucho más durante el segundo y en alguna medida continuó durante el primer mandato de Dilma. Hubo mayor acceso a la educación, incluida la universitaria, mejores condiciones de salud, muchas mejoras sociales importantes. En contrapartida, el PT nunca puso en discusión el modelo macroeconómico heredado de la época de Fernando Henrique Cardoso. Si se observa la evolución de los indicadores sociales durante estos años cualquiera de ellos da una mejora y esto no puede ser cuestionado. Se puede decir que Argentina mejoró más, pero es porque se compara contra la debacle de 2002. Brasil no se derrumba en 2000. Lo que Brasil tuvo desde los años 30 hasta por lo menos los 80, fue un paquete desarrollista, cuando fue uno de los países que más creció en el mundo junto a Japón. Las políticas concretas de desarrollo cuando aparecen cuellos de botella o cuando se desea sustituir algo o cuando se quiere promover algún sector, la creación de empresas públicas, la inversión pública, los subsidios. Todo lo que fue el período Getúlio Vargas o de Juscelino Kubitschek o incluso de la dictadura. Cuando se enfocaban en algún sector y se creaba una empresa pública, se ponía dinero, se ponían los mejores técnicos y una década después se tenían varios éxitos. No hay ningún sector productivo brasileño relevante que no haya surgido de la iniciativa estatal. La política redistributiva sin desarrollo tiene un límite. En esto digo que fue similar al conjunto de América Latina, donde no existió un salto cualitativo en la producción. Hubo crecimientos cuantitativos y mejoras distributivas, pero no cambios en la matriz productiva.”

–¿Qué relación hay entre las movilizaciones masivas que se hicieron en grandes ciudades brasileñas contra el gobierno de Dilma y las que se hicieron en Argentina cuando se quería derrocar a Cristina Kirchner?


–Lo que tienen de común, como ocurrió en casi todo el mundo, es que los grupos se organizaban desde las redes sociales, evidentemente organizados desde algún otro lado, como la Primavera Árabe y otros movimientos que en ciertos casos quedó demostrada la intervención de agencias como la CIA, pero las sociedades brasileña y argentina no tienen nada que ver, la nuestra tiene un nivel de educación y formación política muy diferente. Sí hay cambio de signo en toda la región, que adquiere rasgos comunes como en la economía.

–¿Y el fenómeno de la judicialización de la política? Aparece un juez que jaquea a Dilma y no le permite siquiera ubicar a Lula en su gabinete.

–Ese es un rasgo común, con apoyo mediático, los jueces han cobrado una autonomía enorme. Pero el impacto sobre la sociedad es bastante diferente en un caso y otro. Acá en Brasil levantó una polvareda fascista de grandes proporciones, que incluso puede llegar a voltear el gobierno. En Argentina se trata más bien de que los funcionarios del gobierno anterior desfilen por los tribunales. En Brasil puede terminar en la caída del gobierno e incluso con un grado de violencia importante: tenés patotas, patovicas, tipos que van con palos, que se ponen en los puños esos fierritos (manoplas de acero), que andan por las calles enfrentándose, y en las redes sociales es tremendo. Lo más grave es la criminalización del que piensa diferente, si se defiende la institucionalidad te saltan a la yugular escupiéndote que estás a favor de la corrupción. Eso es más fuerte que en Argentina. Es una moral muy selectiva, aunque todos saben que los que van a venir después de este gobierno son mucho más corruptos. Pero la criminalización del que piensa diferente es también la marca de la época en base a la discurso de la corrupción.

–El de la corrupción es un discurso que deja muy cómodos a todos los sectores que generaron su riqueza en base al traspaso de gigantescas deudas privadas al estado, que terminan pagando los trabajadores y la clase media.

–En el suicidio de Getúlio Vargas (1954) ya la derecha usaba este discurso de la corrupción, eso se  agrava por esto de las redes sociales, que convierte al idiota de pueblo, como dijera Umberto Eco, en un divulgador de verdades. Pero en política se discuten ideas, en  cambio lo único que saben es decir estos personajes es que son todos chorros. Son argumentos fascistas. Sin embargo hay un punto a destacar: no está previsto que las fuerzas armadas puedan tener participación en este proceso golpista, lo que también deja un vacío, porque quienes sean los que vengan si cae Dilma no sé cómo van a parar este clima de descontento, salvo que los medios los apoyen, claro.

–Sin embargo, las medidas neoliberales ya se tomaron en el último período de la presidencia de Dilma.

–Sí, la crisis económica fue en parte generada por el PT, lo que es gravísimo. En 2011 empezaron a desacelerar la economía. En 2012, con la economía parada, inician un ajuste fiscal a gran escala, con interrupción de créditos del banco de desarrollo, restricción del crédito, disminución del dinero que se envía a gobernadores, intendentes y jefes comunales, devaluación y tarifazo, todo junto, en un contexto muy diferente al de la Argentina, donde se puede decir que por unos pocos dólares y el corralito hasta se podría justificar, pero en Brasil las reservas internacionales llegan a 375 mil millones de dólares; incluso Lula reconoce en privado que la política debe ser expansiva. La economía brasileña está en una recesión, el PBI cayó 3%, el déficit amentó de 5 a 10 %, la inflación ya es de dos dígitos y el empleo cae: el PT tiene mucha responsabilidad en esto, realmente la política económica es catastrófica y alimenta el proceso golpista y le da la razón a la derecha.

–¿Es el dilema de los gobiernos de corte reformista que se desarrollaron en América latina, en los que nunca se tomaron medidas de fondo contra el sector financiero o exportador?

–Se muestra a las claras que un tipo de gobierno reformista moderado que intenta mejorar mucho la distribución del ingreso, al final explota si no profundiza las reformas. En Brasil no hubo inversiones significativas en transporte, vivienda o energía, sólo hubo un boom de consumo, como en toda América latina. En Brasil se pasó de unos 23 autos a 46 por año. Rio de Janeiro recibió al mundial y dentro de poco a los Juegos Olímpicos, sin embargo no hay una nueva estación de subte. No hubo reformas significativas, sin embargo se aprovechó la bonanza.

–¿Y qué hay de lo que se dice en Argentina sobre Brasil, que tiene una burguesía nacional más comprometida con el proceso nacional?

–Hay buena parte de las empresas que operan en Brasil que están extranjerizadas y el empresariado ya desde el final de la dictadura apuesta al neoliberalismo, el desarrollismo brasileño es un mito de Argentina, a lo sumo las fuerzas armadas impulsaron cierto nacionalismo, pero el empresariado hoy está pidiendo la caída de Dilma, piden privatizaciones, quieren quedarse con parte de Petrobras. Pero la cuestión golpista ya no es sólo palaciega, en el sentido de una rosca en la Cámara de diputados, sino que tomó las calles, donde hay movilizaciones. Y creo que la derecha tiene la mayoría.

–¿Es posible que el juez Moro sea un candidato a la hora de competir por el poder en  Brasil?

–Si la Rede Globo le da apoyo, Moro tiene posibilidades, hubo pancartas en las manifestaciones de San Pablo que llevaban la cara del juez. También puede pasar lo de (Fernando) Color de Mello (destituido en 1992 tras un escándalo de corrupción). Hay figuras más siniestras aún, como Jair Bolsonaro, fascista, xenófobo, el Donald Trump brasileño, dice cosas escandalosas y cuenta con el apoyo de sectores evangelistas. Son figuras en ascenso, ahora, no sé cómo se arma una elección, porque incluso la gente de la PSDB (la social democracia brasileña, aliados hasta la segunda elección de Rousseff en el 2014 del PT, ahora opositores) fueron silbados durante una manifestación en San Pablo, porque también están salpicados por todos los escándalos.

–Con Macri en el gobierno argentino y la caída de Dilma, ¿sería el fin del Mercosur?

–Es complicado porque toda la derecha en América latina está muy vinculada a los tratados de libre comercio que fogonea Estados Unidos, además el Mercosur no tiene una infraestructura, no hay un tren de Buenos Aires a San Pablo que pase por Asunción, es un mercado sin redes que lo conecten. Es la gran deuda de estos gobiernos populistas; el Mercosur se desmoronó por la recesión en Brasil, más allá de iniciativa de armar banco de los Brics, son cosas que pueden quedar en la nada y de hecho nadie se atreve a impulsarlas.

http://www.rosarioplus.com/ensacoycorbata/Brasil-el-fin-de-una-era-20160321-0026.html

miércoles, 23 de marzo de 2016

Argentina: ¿qué hizo Macri para que Obama lo visite a sólo 100 días de haber asumido?

23 marzo 2016.

Por: Max Seitz, BBC Mundo.

"Hay vientos de cambio en Argentina".

Macri lleva poco más de 100 días en el gobierno.


Eso es lo que asegura Mauricio Macri, el político de centro-derecha que asumió la presidencia de la tercera economía de América Latina en diciembre.

El empresario educado en EE.UU. ha dicho que una de sus prioridades es "reparar" las relaciones con los poderes y los inversores extranjeros luego de 10 años de una actitud más bien combativa durante los mandatos de sus predecesores de izquierda, Néstor Kirchner y su esposa –y luego viuda– Cristina Fernández.

Dicho y hecho. Poco después de su toma de posesión, el primer ministro de Italia, Matteo Renzi, y el presidente de Francia, François Hollande, viajaron a Buenos Aires para ampliar la cooperación económica.

Pero la visita el presidente de EE.UU., Barack Obama, a Argentina este miércoles y jueves, a poco más de 100 días de la asunción de Macri y luego de su histórico viaje a Cuba, es la más significativa de todas.

El último presidente estadounidense que había visitado al país sudamericano fue George W. Bush en 2005, y no la pasó bien.

Obama acaba de realizar una histórica visita a Cuba.


Durante la IV Cumbre de las Américas en Mar del Plata, y en su propia cara, el anfitrión Néstor Kirchner dio por muerto su proyecto de crear el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA).

Desde entonces las relaciones bilaterales fueron de mal en peor y el sucesor de Bush, Obama, tampoco se sintió cómodo con la pareja peronista.

En una reciente entrevista con la cadena CNN, el presidente de EE.UU. admitió que tenía "diferencias" con Cristina Fernández (quien asumió en 2007, dos años antes que él) porque "sus políticas de gobierno eran siempre antiestadounidenses".

Elogios a Macri

En una conferencia de prensa a la que asistió BBC Mundo, el embajador de EE.UU. en Argentina, Noah Mamet, afirmó que la decisión de Obama de visitar el país "claramente reconoce la determinación de Macri de reinsertar a Argentina en la economía global, así como su voluntad de establecer un vínculo con beneficios mutuos para ambos países".

George W. Bush fue el último presidente de EE.UU. en visitar Argentina... hasta Obama.


Asimismo, el diario The New York Times comenta que, en el último tramo de su gestión, Obama intenta cumplir su promesa de larga data de escribir un nuevo capítulo en la relación entre Washington y América Latina, una diálogo de igual a igual que reconozca los progresos realizados por las democracias de la región.

Se espera que en Buenos Aires el mandatario de EE.UU. y su par argentino refuercen la cooperación en áreas como comercio, inversiones, energías renovables, cambio climático y seguridad. A Obama lo acompaña una comitiva de 800 empresarios y funcionarios.

Al término de la visita, el presidente estadounidense y su familia tienen previsto pasar algunas horas en Bariloche, la ciudad turística más importante del sur argentino.

El antes

Pero, ¿qué ha cambiado tan rápidamente en Argentina para que el país se convirtiera en un súbito destino de líderes mundiales?

Durante la década de Néstor Kichner y Cristina Fernández en el poder, Argentina se convirtió en un país aislado política y financieramente.

Obama le dijo recientemente a la cadena CNN que los Kirchner "siempre fueron beligerantes" con EE.UU.


El matrimonio peronista no sólo acusaba de "imperialismo" a Washington, sino también al Fondo Monetario Internacional, el cual -según ellos- había sido culpable de la debacle económica del país en 2001.

Sin embargo, los Kirchner acercaron a otras potencias como Rusia y China, y recibieron visitas de líderes como Vladimir Putin y Xi Jinping.

La pareja impuso estrictos controles de capital y de cambio para evitar la fuga de divisas y la devaluación del peso en relación con el dólar.

También sostuvo una dura batalla contra los que denominó "fondos buitre", inversionistas extranjeros que poseían US$9.000 millones en bonos del Estado argentino en default. Esta puja derivó en la segunda cesación de pagos en 2014 (la primera fue en 2001).

La guerra contra los "fondos buitre" se convirtió en un asunto de orgullo nacional.


Sin embargo, para millones de argentinos la década de los Kirchner –que también puso mucho enfasis en las políticas sociales y el crecimiento– logró recuperar el orgullo nacional.

El después

En sus primeros meses como presidente, Macri (un político pro empresa) ha intentado revertir prácticamente cada una de las políticas clave de sus predecesores de izquierda.

Si los Kirchner eran un fuerte viento del este, el nuevo mandatario es una ráfaga del oeste.

Macri quiere que Argentina salga de su segundo "default".


Una de sus primeras medidas fue retomar contactos con EE.UU. y los otros poderes mundiales para "recuperar el papel importante que Argentina tuvo alguna vez en América Latina y el resto del mundo".

Macri anuló los controles de capital y cambio, y golpeó la puerta de grandes bancos internacionales para conseguir nuevos préstamos.

También inició negociaciones con los antes denostados "fondos buitre". Les ofreció a los acreedores pagarles 75% de la cantidad reclamada y algunos de ellos ya han aceptado su propuesta.

"Un tornado"

No obstante, muchos argentinos piensan que los "vientos de cambio" del presidente han sido más bien un "tornado destructivo": se quejan de que varias de sus polémicas medidas han afectado profundamente su vida cotidiana.

El presidente de Francia fue uno de los primeros líderes mundiales que se reunió con Macri.


En enero, el Estado dejó de subsidiar la energía y las cuentas de electricidad aumentaron hasta un 300%.

Ese mismo mes, el peso se devaluó un 30% en relación con el dólar en un solo día luego de que Macri decidiera liberar el mercado cambiario.

Estas decisiones han generado un alza de precios y alimentado temores de una hiperinflación, algo que hasta el momento no se ha materializado.

El gobierno de Macri también ha empezado a recortar el gasto público –que se duplicó durante la gestión de los Kirchner– al despedir a miles de empleados públicos, muchos de ellos contratados por el gobierno anterior.

"Sus políticas de gobierno eran siempre antiestadounidenses"
Barack Obama sobre la expresidenta argentina Cristina Fernández.


La oposición ha acusado al mandatario de llevar a cabo una "limpieza política" y de promover el desempleo, algo que el gobierno ha desestimado.

Por otra parte, Macri ha introducido algunos de sus cambios por medio de los llamados "decretos de necesidad y urgencia", medidas ejecutivas que permiten saltear al Congreso.

Los críticos lo han calificado de "autoritario", pero él ha dicho que es necesario para transformar Argentina y está dentro de sus atribuciones constitucionales.

Sea como fuere, el nuevo presidente ya ha enfrentado protestas contra algunas de sus medidas.


Una de las medidas más polémicas de Macri ha sido el fuerte aumento de las tarifas de electricidad.


Parece claro que los mercados internacionales y los acreedores, así como por EE.UU. y otros poderes occidentales, han celebrado la llegada de Macri al poder, después de una cómoda victoria electoral en 2015.

"Creo que Argentina es un buen ejemplo de cambios", le insistió Obama a CNN. "Macri reconoce que estamos en una nueva era y debemos mirar hacia adelante".

Pero analistas advierten que el descontento político y social podría volverse un gran obstáculo en la "cruzada" del nuevo presidente por potenciar el rol de Argentina en el mundo.

http://www.bbc.com/mundo/noticias/2016/03/160321_argentina_eeuu_obama_visita_macri_ms


domingo, 13 de marzo de 2016

Plan B

Sábado, 12 de marzo de 2016.

 Por David Cufré.

El principal argumento del Gobierno para justificar el acuerdo con los fondos buitre es la necesidad de volver a los mercados de deuda para financiar un plan de obras públicas. El Presidente y sus ministros sostienen que sin ese canal de crédito no será posible encarar proyectos de infraestructura indispensables para el país y, junto con ello, no se podrá recuperar el crecimiento económico. No hay plan B, descartó el jefe de Gabinete, Marcos Peña. Sin embargo, un simple ejercicio de memoria demuestra que no es cierto lo que dicen los funcionarios. No solo existen caminos alternativos a la banca extranjera y a la emisión de títulos públicos para concretar proyectos trascendentes, sino que están vigentes. Son una herencia de la administración anterior, que dejó pactados créditos por unos 30.000 millones de dólares para continuar su profuso plan de obras públicas.



El financiamiento de los proyectos de infraestructura y de recuperación de empresas del kirchnerismo no provino de la colocación de bonos ni de créditos con la banca internacional. El gobierno anterior no fue a pedirle al JP Morgan, HSBC, Citibank y otras entidades miles de millones de dólares para su programa de infraestructura, que resultó el más destacado en cinco décadas. No dependió de ellos para finalizar Yacyretá, estatizar YPF, terminar con las AFJP, recuperar el control de Aerolíneas Argentinas, el Correo, AySA, renovar ferrocarriles, lanzar satélites al espacio, construir centrales atómicas, extender gasoductos, redes eléctricas y de fibra óptica, ampliar la General Paz, transformar en autopista las rutas 14 y de Rosario a Córdoba, entregar computadoras a todos los estudiantes secundarios de escuelas públicas del país o montar una red de televisión digital abierta y gratuita. El financiamiento fue gestionado ante organismos multilaterales como el Banco Mundial, el BID, la CAF, el Banco Nacional de Desarrollo de Brasil, el Banco Popular de China, facilitado por organismos estatales superavitarios como la Anses y con recursos propios del sector público. También recaudó de bancos y compañías de seguros en el mercado local, obligados a destinar una porción de su cartera de depósitos y fondos a créditos productivos. Pero este canal fue desactivado por la nueva conducción del Banco Central.

Tampoco obras que identifican al Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, como el entubamiento del Arroyo Maldonado, el metrobús y las bicisendas, tuvieron como fuente colocaciones en mercados internacionales. Lo mismo ocurre en Córdoba con el entubamiento del canal Los Molinos, la obra pública más importante en años, que se realiza con créditos de la Corporación Andina de Fomento (CAF) y recursos provinciales. Esta es una constante que se repite por el país.

Es decir, contra lo que plantea Peña, no hay un único camino para desarrollar los proyectos. El mismo debate se dio antes de la primera reestructuración de la deuda en 2005, cuando los sectores ortodoxos, ahora en el poder, decían que no habría forma de conseguir préstamos para obra pública si no se mejoraba la oferta a los holdouts, dejando al país aislado del mundo.

Contra ello, la realidad refleja que fue posible, por ejemplo, rescatar edificios como las ex Bodegas Giol, en Palermo, para levantar un Polo Científico y Tecnológico del que participan el Ministerio de Ciencia y el Conicet, sin tomar un solo dólar de la banca internacional ni de los mercados de deuda. El financiamiento fue negociado con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Tesoro Nacional. En todo caso, el jefe de Gabinete debió aclarar que el Gobierno pretende cambiar de estrategia y que en función de ello aspira a arreglar con los fondos buitre. Pero eso es una decisión política, no una imposición de la realidad.

El gobierno de Macri heredó del kirchnerismo un convenio marco con el Banco Mundial que le asegura créditos por 1200 millones de dólares anuales hasta 2018. También siguen programas con el BID por 5000 millones de dólares a ser desembolsados los próximos cuatro años. La cartera de créditos en ejecución con la Corporación Andina de Fomento llega a 20.942 millones de pesos (unos 1350 millones de dólares). De estos préstamos, están pactados 6397 millones de pesos para el sector vial, 4692 millones para el energético, 3694 millones para el de agua y saneamiento, 2291 millones para educación, 2062 millones para los municipios, 1741 millones para infraestructura en comunicaciones y 73 millones para el fortalecimiento institucional.

La CAF es el mismo organismo que financió el proyecto Arsat-1, que permitió a la Argentina ser el primer país de América latina en tener en órbita un satélite geoestacional de construcción propia, formando parte de un grupo de ocho países que manejan esa tecnología de punta.

El BID concedió créditos para la finalización de Yacyretá, la represa que tardó 40 años en construirse. También para el tendido de líneas de alta tensión al NOA y al NEA, dentro del programa Norte Grande, y a Chubut.

El Banco Mundial, a su vez, financió 1965 escuelas y jardines en todo el país, la cifra más alta desde el primer peronismo. Otro proyecto importante es el saneamiento de la cuenca Matanza-Riachuelo, con préstamos en ejecución por 13 mil millones de pesos (unos 840 millones de dólares). Además, hay desembolsos previstos para otros 25 programas en diversas áreas, como vial, de prevención de inundaciones, hídrica y obras en municipios.

El kirchnerismo también estableció acuerdos con otro gran financista externo para proyectos de infraestructura: China. El Banco Popular y otras entidades de ese país comprometieron 4700 millones de dólares para la construcción de las represas Kirchner y Cepernic en Santa Cruz, 5000 millones para la cuarta central nuclear y otros 7000 millones para la quinta central. También hay convenios firmados para la central térmica Belgrano, en Zárate, por alrededor de 1000 millones de dólares. En materia ferroviaria, ya se firmó el acuerdo para un nuevo desembolso de 2400 millones de dólares para el Belgrano Cargas, aunque queda pendiente la entrega de recursos de otro tramo igual pactado en 2013. La renovación de los ramales urbanos del área metropolitana involucró más de 1000 millones de dólares.

En resumen, entre el Banco Mundial, el BID, la CAF y China hay pactados créditos para los cuatro años del mandato de Macri por 30.000 millones de dólares. Peña no debe haber reparado en este dato cuando dijo que no hay plan B para financiar obra pública si no se acuerda con los buitres. Por otra parte, al mismo tiempo que el gobierno muestra urgencia para cerrar con los buitres recibe quejas de gobernadores e intendentes por la paralización de proyectos en distintos puntos del país; YPF reduce su nivel de inversiones 25 por ciento este año y Aerolíneas Argentinas cancela rutas.

El profesor Aldo Ferrer dejó escrito que un eventual entendimiento con los fondos buitre no necesariamente conlleva una baja importante de la tasa de interés para colocaciones de deuda, ya que las calificadoras de riesgo luego exigirán “un plan económico y financiero respaldado por el FMI”. El palo con la zanahoria del financiamiento a tasas bajas se va corriendo, como lo saben bien los argentinos que vivieron los ‘90 y los 2000: siempre faltaba un nuevo ajuste, una nueva privatización, una nueva ley de flexibilización laboral para que los mercados aceptaran prestar más barato. Como esas políticas hundían al país en recesión y caían los ingresos, los reclamos de ajuste se hacían más pesados. El círculo vicioso que se generó la última vez terminó con el presidente en helicóptero.

Ferrer también aportó otro elemento indispensable en este debate: “Los problemas principales de la economía están en la esfera interna: el déficit de comercio de manufacturas de origen industrial y la consecuente restricción externa, la inflación, el desequilibrio fiscal, entre otros. Ninguno se resuelve por el pago a los buitres”.

Facilitar el acceso al financiamiento de los mercados parece más bien una necesidad de sectores concentrados de la economía que buscan dolarizar ganancias sin límites y fugarlas del país, pretendiendo repetir una experiencia como la de los 90, que dejó a la Argentina sobreendeudada, con tasas de desocupación record y un notable atraso en la infraestructura pública. Ese es el plan que manda a la Argentina a la B.

http://www.pagina12.com.ar/diario/economia/2-294381-2016-03-12.html


lunes, 7 de marzo de 2016

Nancy Pazos, sobre el Gobierno de Mauricio Macri: "Muchos creen que el pobre es pobre porque quiere"

07/03/2016.

La periodista fue entrevistada por Chiche Gelblung y se animó a hablar de todo: realidad política, la figura del Presidente y el futuro.



La periodista Nancy Pazos participó de una entrevista con Chiche Gelblung para su programa Hola Chiche (Radio Belgrano AM 950) en la que se animó a hablar de todo: la realidad política del país, la nueva gestión nacional, la figura de Mauricio Macri, el caso Nisman y el futuro de la Argentina.

"A mí me gusta más una República en la que un tipo como Antonio Stiuso con miedo", disparó la periodista, en referencia al caso por la muerte del fiscal Alberto Nisman. "Todo esto se trató de un plan muy elaborado", agregó.

Sobre la figura de Mauricio Macri, Pazos aseguró que conoce al PRO y al macrismo desde sus orígenes, y pese a que coincide plenamente en muchas de sus posturas, entre las que destacó lo "desideologizado" del partido, señaló que tiene ciertas falencias. "A este Gobierno a veces le pasa que algunas de sus figuras consideran que el pobre que no salió de la pobreza es porque no quiso", criticó.

http://www.diarioveloz.com/notas/157733-audio-nancy-pazos-el-gobierno-mauricio-macri-muchos-creen-que-el-pobre-es-pobre-porque-quiere

jueves, 3 de marzo de 2016

El nacimiento de un relato

3/03/15.

Por: Leo Ricciardino.

El presidente Mauricio Macri marcó con toda claridad el rumbo que piensa imprimirle a su gestión. Ha nacido la hoja de ruta de un relato, otro muy distinto, pero necesario para el gobierno de Cambiemos.



El presidente Mauricio Macri marcó con toda claridad el rumbo que piensa imprimirle a su gestión. No es que no hubiera indicios de esa dirección u “hoja de ruta” como él mismo lo dijo, pero sí fue contundente y al hueso como nunca lo había hecho. Durante su discurso inaugural del 134º período de sesiones ordinarias del Congreso ya no importaron sus furcios o errores al leer dos veces el mismo párrafo: Lo que decía era tan contundente que sorprendió a los opositores que no se esperaban semejante golpe.

Macri no sólo criticó a la herencia recibida, sino que hizo un análisis descarnado y dramático del país, su pobreza, su falta de infraestructura y su supuesto nulo progreso en materia educativa y cultural.

Claro, todo desde la visión de Cambiemos que ya no necesita disimular nada a la hora de avanzar en la acción política.

El presidente siguió el manual y deformó datos y cifras para echar la mayor cantidad de sombras sobre la gestión que terminó en diciembre y que dejó uno de los períodos políticos que será comentado por muchos años en la historia nacional. Contra eso pelean Macri y Cambiemos, contra ese simbolismo que aun sostiene un arraigo profundo en vastos sectores de esta sociedad que ahora asiste atónita al espectáculo argumental que intenta convencer a todos de que lo más conveniente es el regreso al endeudamiento internacional.

Hace poco más de un año la Argentina conseguía el respaldo de casi un centenar de países en Naciones Unidas para votar una resolución en contra de los fondos buitre: Aquellos inversores que medran con los títulos “basura” de los países en quiebra para después exigir el total nominal de esos bonos en tribunales internacionales. Hoy todo parece letra muerta, pasado de cenizas que se deshace en el viento. Los 9.500 millones de dólares que pagamos todos los argentinos para no permitir más la intromisión del Fondo Monetario Internacional en los asuntos de la economía nacional, quedaron en el olvido y hoy el mensaje vuelve a ser que la revisión de nuestras cuentas del desprestigiado organismo es lo que nos traerá la prosperidad.

Apenas se sacudió del inesperado ataque presidencial, la oposición se recompuso y destacó lo que había que destacar del mensaje de Macri: Ni una sola vez en una hora utilizó la palabra “industria” o la palabra “pymes”. Ni una sola referencia al mercado interno o al mundo productivo, apenas unas pinceladas de las eternamente mentadas economías regionales. 

Con todo, lo que ha nacido en ese discurso presidencial es la hoja de ruta de un relato, otro muy distinto pero necesario para el gobierno de Cambiemos.

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